LETTRE 16
MESONGES
Algunas veces la soledad puede ser una buena consejera, pero en mi caso lo único que hace es estrellarme con la realidad y con la vida que llevo; una vida donde siempre han primado las mentiras y suposiciones de lo que puede ser y era hacía un tiempo, viviendo en medio de las mentiras, las cuales poco a poco crecen hasta agobiarme…
No sé cuanto tiempo haya pasado desde ese día; el día que me condené a estar encerrado en cuatro paredes, sin oportunidad de salir a mi antojo, al comienzo parecía normal, pero que ante mi se había vuelto un infierno, desde la llegada del sol cada día, cada entrenamiento parecía una preparación de guerra que no admitía ningún tipo de error; de haberlo la represalia sería implacable…
Por eso cada día en la soledad de los dormitorios me decía mentiras para olvidar o tratar de hacerlo, hacer de cuenta que aquello que vivía cada día no era más que un mal sueño del cual ya despertaría pronto, siempre intentaba creerlo… aunque el día me recordaba que solo eran sugestiones mías; mentiras blancas para escapar de la realidad…
Así pasaba mis años de infancia, entre el miedo, la soledad y los injustos castigos.
La carga se aliviano cuando los conocí a ellos, me refiero a Tala, Bryan e Ian, estaban bajo las mismas condiciones mías… una solución a corto plazo, pues a medida que pasaba el tiempo el ambiente de la abadía se hacía más torturador y aunque nos reuníamos luego que acababa cada día, no podía evitar seguir mintiéndome, engañándome cada noche en silencio pensando cosas que no existían y nunca llegarían…
- ¿En qué piensas Spencer? – Me preguntaba Ian cuando me veía así en tiempos de la Abadía –
- Nada en especial – Respondía y le seguía con los demás –
Solo acompañado, lograba echar a un lado aquellos pensamientos…
Ha amanecido de nuevo y como siempre recordar toda esa sarta de invenciones me ha quitado el sueño de nuevo y la oportunidad de descansar tranquilamente…
- No dormiste bien anoche – Comentó Bryan al verme en la mañana –
- Algo así – Le dije mientras seguía mi camino como de costumbre –
- Mejor cuida esas ojeras – Agregó Ian –
- Descuida – Le dije mientras terminaba de salir de casa –
Me dirigía como de costumbre a la escuela, es el último año, al menos pude empezar y terminar la preparatoria fuera de ese lugar e ir a un instituto normal…
Una parte de mi vida, llena de mentiras y miedos, crecí así y muy difícilmente he tratado de superarlo; no es fácil de verdad, pero algún día eso será parte del pasado y luego estará en el olvido y las mentiras no serán más que palabras llevadas por el viento…
Sergei Petrov (Spencer)
